El Estado es la Más Grande Amenaza

Por Luis R. Miranda
The Real Agenda
Noviembre 17, 2010

En las últimas décadas, ha sido muy confuso para muchos cuales son los asuntos en los cuales el gobierno debe tener injerencia y cuales no; así como cuales son las libertades que tenemos como individuos. Esta confusión entre los ciudadanos ha desencadenado la más grande toma de poder, quizás de la historia de la humanidad. Si queremos rescatar nuestras libertades y derechos, debemos entonces refutar las acciones de la política moderna; debemos repudiar las presunciones y y prerrogativas que permiten que pocas personas amasen un poder tan vasto y lo usen para oprimir al resto de la población.

Claramente se puede ver que el “gobierno” ha sido el recipiente más grande de caridad intelectual desde el inicio del siglo pasado. Sin embargo, la coerción ejercida por el “gobierno” ha sido poco discutida en el ambiente político y social, y más bien es visto como natural, casi autóctono. Entre más poder el gobierno absorbe, menos discussión hay sobre los que comete y como ese poder debería volver a las manos de los ciudadanos. Parece haber un “acuerdo de caballeros” entre los filósofos de la política quienes pretenden que el gobierno es más noble de lo que realmente es. Ellos usan guantes blancos cuando discuten y describen la naturaleza del Estado y como este se comporta.

Como se ha discutido en foros alternativos, el asunto más trascendente hoy día no es Conservatismo sobre Liberalismo o viceversa, sino Estatismo. Este último es la creencia que el gobierno es superior al individuo, al ciudadano y que el progreso de una Nación, de una Región, de un Continente, depende de extender los poderes del Estado, esos poderes arbitrarios que los burócratas del gobierno supuestamente usarán para hacer que su gente sea más feliz.

¿Qué tipo de bestia, de ente es el gobierno? ¿Es un órgano eficiente, una máquina que constantemente mejora la vida de los ciudadanos? O es una excavadora que destruye la tierra y dejándola expuesta a lo que cualquiera con un poco de poder quiera hacer con ella, aunque esto signifique la destrucción de la vida de muchas personas?

La búsqueda de una fórmula para que el gobierno sirva a sus creadores originales y legales es comparada a encontrar el Santo Grial. No solo esta formula no se ha encontrado, sino que los poderes del Estado se han expandido sin descanso. Aún así los filósofos de la política creen y analizan el desempeño del gobierno como si este fuese un SER benevolente. Esto es como basar el estudio de la geografía en la presunción de que la Tierra es plana. De hecho, muchos analistas políticos opinan del gobierno como si este fuese un mago, que enuncia y anuncia ideas grandiosas, ordena iniciativas importantes y que este simboliza todo lo que es bueno en la sociedad. Sin embargo, para que el análisis de un filósofo de la política tenga cualquier validad, este debe comenzar arrancando la cortina que esconde la naturaleza del Estado.

El confiar en gobiernos de origen contemporáneo requiere que se divida a la humanidad en dos grupos: uno compuesto por individuos a quienes se les confía el poder de dominar las vidas de otras personas, y un segundo compuesto por individuos quienes no pueden ni siquiera decidir que hacen con su propias vidas. Directrices modernas dan a unas pocas personas el poder de ser Dios, cuando se trata de decidir sobre las vidas, la propiedad y la tranquilidad de otros. El pensamiento político actual presume que imponer barreras al poder del Estado es algo negativo, pero imponerlas a los ciudadanos es positivo. Se quiere que los individuos automáticamente piensen lo mejor del gobierno, aunque quienes controlan todo asumen lo peor del ciudadano.

La historia muestra que la aparición del pensamiento sobre la inevitabilidad del Estado también trajo el declive de la libertad del individuo. No podemos adorar al Estado sin tener que poner al individuo debajo del zapato del político y el burócrata. Glorificar al Estado es aceptar su poder de coerción y su domínio. Es exactamente subyugar a un grupo bajo las voluntades que otro grupo dicta.

El Estado Benefactor es basado en la ilusión de que el gobierno puede ayudar a los ciudadanos sin peligro de acabar con su habilidad de pararse y caminar por si solo. A los individuos se nos enseña que depender del gobierno es igual a ser auto-dependientes, o mejor que eso. La única libertad que un individuo tiene hoy es aquella que se encuentra en las pequeñas endijas pre-aprobadas por sus dioses burócratas. El ciudadano es obligado a permitir que cualquier empleado del gobierno decida por él o ella, si este piensa que sabe más y mejor que el propio individuo.

Si servidumbre o esclavitud es la falta de libertad del individuo, especialmente cuando incluye decisiones sobre su propia vida, ¿porqué se ve como normal el descontrolado aumento de los poderes que el gobierno tiene sobre los ciudadanos? Individuos libres, ciudadanos libres, son aquellos que pueden escoger, decidir sobre sus propias vidas. Por el contrario, cada vez que el gobierno anula o desafía esas libertades, efectivamente elimina parte de nuestras vidas.

La Falsa Democracia

Hoy, la palabra Democracia sirve para enmascarar, como una etiqueta para engañar a la gente y para que ellos piensen que el gobierno nunca abusará sus poderes. Votar en las llamadas democracias se transformó en un proceso en el que el gobierno perpetúa su control sobre la población. Las elecciones se han transformado en un método para medir el desprecio popular hacia los políticos. La pregunta que frecuentemente se hace sobre quien controla el látigo es ahora más importante que otras como si el gobierno está haciendo uso limitado de sus poderes.

Se piensa que la posibilidad de protestar cada cuatro o cinco años es la única forma de proteger las libertades de los ciudadanos. En muchos casos, los ciudadanos son adoctrinados a través del sistema educativo, que ellos podrán controlar a sus gobiernos, sin importar que tan grande este sea. La verdad es que entre más grande sea el gobierno, menos importante es el ciudadano, el votante. La idea moderna de Democracia es una que se remonta a tiempos cuando el gobierno era un décimo del tamaño actual. El gobierno de la mayoría es hoy día la mejor forma de permitir los abusos del gobierno, y quizá la barrera más grande que existe para que los ciudadanos entiendan el orígen de ese gobierno. Lo que está claro es que ninguna teoría política puede disfrazar la abismal diferencia entre el poco poder que el ciudadano tiene para restringir las acciones del gobierno y el gigantesco poder que este tiene para maniatar al individuo.

La Democracia moderna es ahora una teoría super glorificada con la que los controladores mantienen a los esclavos en sus jaulas. Esto es claro en cada elección. Son los individuos libres cuando votan para perpetuarse como esclavos del Estado? Supuestamente, mientras los votantes son permitidos de apretar el botón, ellos mantienen su autonomía, no importa cuantos botones el gobierno pueda apretar después. La Democracia es aún más corrupta por la demagogia que apoya la idea que el derecho a votar es una licencia para robar.

Fé en los poderes del Estado inunda las teorías políticas contemporáneas. Justicia es una palabra que se utiliza libremente para engañar a los ciudadanos mientras los políticos agregan una cadena más en sus brazos. El pensamiento generalizado es que entre más actividades el gobierno determina como criminales, más justa se vuelve la sociedad. Entre más estrecho es el espacio para disfrutar nuestras vidas como individuos, más se piensa que nuestra alma se eleva.

Los ciudadanos se han convertido en una subclase mientras los valores de los políticos y los burócratas gobiernan coercivamente a la población de la misma forma en que los conquistadores lo hicieron con los nativos en América, Asia y África en el siglo XIX. La justicia no es más un objetivo real, sino cualquier cosa que sirva los interéses políticos y burocráticos del gobierno.

En el siglo XIX, los socialistas se burlaron y ridiculizaron la idea de que el gobierno debía ser un órgano limitado que protegiera a los ciudadanos. Desde entonces, el gobierno se ha convertido en una máquina usada para rediseñar la sociedad, controlar la economía y salvar a las personas de sí mismas. Los gobiernos se han transformado en ladrones frente a los cuales ningún activo, contrato, o domínio está a salvo. La política es hoy una maraña de sobornos que ata todo lo que el gobierno toca. La política y los políticos son dominados por el lavado de dinero político de un grupo a otro, de una generación a la otra, de la población en general a un subgrupo (hacendados, por ejemplo); y cuando sus promesas no se transforman en realidad, las mentiras no se consideran un crímen. La noción de que el gobierno tiene el derecho inherente a ser obedecido es la mentira más costosa de todas.

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