Por Luis R. Miranda
The Real Agenda
13 de julio 2011
¿A cuántos liberales, libertarios, conservadores y anarquistas, por citar algunos, no les gustan los resultados que se derivan de tener un Estado fuera de control? Sería interesante realizar una encuesta y saber exactamente. Sin embargo, una encuesta no es necesaria, a menos que usted sea un aficionado a la estadística o de las matemáticas, para enterarse de que la mayoría de la gente está insatisfecha con el actual estado de las cosas. La prueba de que la participación del gobierno puede hacer más daño que bien está en todos los aspectos de la vida. Pero no es el gobierno o el Estado el responsable de estos resultados, es la gente que apoya a los Estados o gobiernos quienes cargan con la culpa.
Aunque la estructura y poder del gobierno son vistos como construidos en forma piramidal, la verdad es que el gobierno o el Estado se construye horizontalmente. El gobierno está compuesto por las personas que le dan el apoyo legal y moral de existir, por lo que esas mismas personas son responsables de lo que el Estado o el gobierno hace o deja de hacer. Por lo tanto, todas las cosas que se originan en el Estado, buenas o malas, son el resultado directo del apoyo dado por las personas a lo que conocemos como el gobierno o el Estado.
El problema es que muchas personas no conocen o no entienden esto. La gente se queja sobre el estado actual de las cosas sin darse cuenta de que ellos son los culpables de la miseria que están experimentando. Otras personas se dan cuenta, pero son demasiado hipócritas o miedosas de hacer algo al respecto. Ellos no hablan en su contra porque temen el rechazo social. Aquellos que temen se alegrarán de saber que el problema de un Estado abusivo y fuera de control se resuelve con acciones, no palabras. ¿Por qué? Porque el lenguaje es tan frágil que se puede doblar en todo tipo de maneras para decir lo que se quiere. Es casi imposible inyectar una dosis de sentido común en cualquier persona que haya sido previamente adoctrinada, y todos nosotros somos en cierto grado adoctrinados. Sin embargo, si se actúa sobre algo que es visto como malo o abusivo, los demás verán, por sí mismos, lo que queremos decir, porque nuestras acciones tienen más sentido que lo que han pensado que es real durante toda su vida.
Despertar a la gente para que actúen para cambiar el actual estado de cosas es una tarea imposible si sólo se usan las palabras. La razón de esto, es que la cultura se ha arraigado tan profundamente en sus mentes, que la realidad de la gente no es otra cosa que lo que la cultura les dice que es. Nada más. Es muy claro que la cultura no “enseña” la realidad o la verdad a las personas, sino que les da una mezcla de verdades a medias y mentiras abiertas. ¿Cómo hacer entender a las personas que aunque los nazis mataron directamente 6 millones de judíos e indirectamente a un total de 40 millones de personas, hay otra entidad que ha matado a casi siete veces más seres humanos que los nazis. Puede venir como una sorpresa para muchos que en los tiempos modernos los Estados o los gobiernos son responsables de la muerte de al menos 262 millones de personas. Eso es un hecho que la cultura no le dice a nadie.
Por ejemplo, en nuestra ‘realidad’ creada por la cultura, el problema es el terrorismo, pero en lugar de abordar las causas profundas del terrorismo, el Estado trata a sus jefes -los ciudadanos- como delincuentes. De repente, todo el mundo es culpable hasta que demuestre lo contrario y todo el mundo se somete a esta forma de pensar. Se revisan los zapatos en los aeropuertos para resolver el problema del terrorismo, la cultura nos dice. Se da al Estado una foto de su cuerpo desnudo (en los escáneres de cuerpo entero) como forma de solucionar el terrorismo, nos dicen los medios de comunicación.
Mientras tanto, los terroristas, los verdaderos terroristas, que operan los escáneres en los aeropuertos, los que mataron al menos a un millón de personas en Irak, que apoyan la limpieza racial en Bosnia y que ahora la impulsan en Libia, Pakistán, Yemen y Siria usan la complacencia de la gente para continuar haciendo lo mismo.
Las personas apoyan al Estado porque es la forma en que fueron educados. Dependiendo de donde usted vive, el sistema educativo les ha enseñado a obedecer y hasta a adorar al Estado. Junto con el adoctrinamiento se encuentra el papel que juega la cultura en la vida de las personas. La cultura refuerza los paradigmas que se han criado para que todo siga como hasta ahora. Los seres humanos fueron adoctrinados para aceptar y exigir una explicación de la realidad que nunca debe cambiar, y es que el Estado, cualquier Estado, tiene nuestros mejores intereses en mente. Es por eso que todos ‘debemos’ pagar impuestos sobre nuestras propiedades por el resto de nuestras vidas, a pesar de que los lo pagamos al comprar dichas propiedades. Es por eso que ‘elegimos’ a nuestros representantes a partir de dos partidos mayoritarios y creemos que el sistema nos da una opción. Es por eso que todos obedecen las leyes creadas por el Estado, aunque este mismo no las obedezca. Esto sucede porque las leyes son para los esclavos, no para los dueños. Y ¿adivinen qué? Los dueños también son seres humanos como usted y yo, no importa lo mucho que les gusta verse a sí mismos como seres superiores.
El problema con la ‘realidad’ creada por la cultura es que debido a que es objetivamente falsa, necesita el apoyo continuo para que sea creíble. Es exactamente igual que “decir una mentira mil veces y se convertirá en verdad”. Eso es lo que la cultura hace. Las personas que creen en el sistema de los paradigmas impuestos por los ingenieros sociales, paradójicamente, requieren un refuerzo constante de lo que creen es la verdad. Así, por ejemplo, a las personas se les ha enseñado que la Primera Guerra Mundial se luchó por el bien de la democracia, o que el gobierno vino después de la Gran Depresión para salvar a todos, o que la Segunda Guerra Mundial sucedió para salvar al Capitalismo, o que los bancos centrales existen para controlar las fuerzas terribles que hacen que el libre mercado imperfecto y peligroso. El problema con todas estas realidades falsas, que para muchos de nosotros son reales, es que nuestro futuro y el futuro de nuestros hijos e hijas estará determinado por las decisiones tomadas por personas que creen estas falsas verdades.
Esto es así porque todo el mundo piensa que el Estado o el gobierno existe para arreglar todo lo que está mal y por lo tanto no hay nada que temer. Allí mismo se origina del Estado Niñera. Dado que los individuos no son capaces de manejar sus propias vidas, eso es lo que nos han enseñado, siempre habrá un Estado para poner la tuerca en el tornillo que se soltó, una entidad que nos dé todo lo que necesitamos. Lo que la gente no se da cuenta, es que esa misma entidad, si lo permiten, también les quitará todo lo que se repartieron por el poder investido en él. Es porque la realidad creada y reforzada por la cultura gira en torno a puntos de vista de dependencia colectivista, que el Estado se ha convertido en el inconveniente que es hoy. Aunque la evidencia muestra que esta entidad a la que todos supuestamente le debemos todo lo que tenemos ha destruido todo lo que ha tocado, el nivel de adoctrinamiento de las personas es tan alto, que no sólo no les permite ver tal destrucción, sino que también les dirige automáticamente a buscar más refuerzos de su falsa realidad.
Desde la educación a la economía, de la política exterior a los servicios sociales, el Estado tiene todo destrozado. Intencionalmente, por cierto. Es precisamente porque la evidencia derrota los falsos paradigmas que la cultura quiere imponer, que la gente continuamente vuelve para pedir su dosis diaria, semanal y mensual de la falsa ‘realidad’. Es por ello que los ingenieros sociales se aseguraron de que exista un New York Times, CNN, Dancing with the Stars y American Idol, de modo que los esclavos obtengan su pastilla azul cuando la necesiten y no amenacen con salir de la finca en donde son explotados cada día de sus vidas. La píldora azul los mantiene dentro del Estado horizontal, que ellos ven como una pirámide jerárquica, pero que en realidad es tan plana como tabla de surf. Esa pequeña distinción es lo que separa a los seres humanos de ser libres, verdaderamente libres, y de poner fin al control del Estado.
La clave para liberarte de los abusos del Estado reside en la capacidad de reconocer que el Estado hará lo que le permiten hacer y que es su estructura horizontal lo que lo hace tan malvadamente exitoso. De hecho, la fuerza del Estado no proviene de sí mismo, sino en la de sus familiares, vecinos, amigos, compañeros de trabajo, compañeros de clase, etc. En otras palabras, la población esclava a la que usted y yo pertenecemos. Los propios esclavos apoyan este sistema para una serie de razones. Primero, porque se les enseñó a hacer eso. Dos, porque se benefician directamente de alguna baratija creada por el Estado y no quieren perderla. Tres, porque no quieren que otros los superen y sean más exitosos. Cuatro, debido a que el colapso del sistema significa un estado de realidad al que no pueden hacer frente. Es la ignorancia, la falta de humildad y, sobre todo, el adoctrinamiento de la mayoría, que les impide tomar la píldora roja y abrir los ojos al mundo real. En cambio, los esclavos garantizar la supervivencia del Estado piramidal mirando y atacando a la minoría que tiene la intención de alertarlos sobre la mentira que vivimos. Es la aceptación voluntaria de la falsa realidad la razón por la que la mayor parte de personas viven en el ambiente en el cual se permite al Estado crecer fuera de control. Mientras la mayoría de la gente pierda el tiempo en tribalismos deportivos, el racismo, la envidia y la adecuación cultural, sus compañeros de esclavitud en los niveles medios aseguran a los ingenieros sociales que el Estado seguirá creciendo fuerte.
El carácter horizontal del Estado y la forma en que es utilizado por los controladores para mantener la mayoría de las personas ciegas y complacientes es lo que explica la posibilidad de que unos pocos cientos de personas gobiernen sobre miles de millones. Sería imposible de otra manera. Pero es precisamente su propia naturaleza horizontal la que presenta a la gente la oportunidad de romper las cadenas del Estado y evitar que se haga más grande y más malo. Es posible, incluso, diría yo, no sólo para disminuir el tamaño del Estado, sino también hacer que funcione para la gente, como la mayoría de nosotros creemos que debería haber sido siempre. Cambio en este sentido no es fácil, sin embargo. Se requiere honestidad de parte de aquellos que quieren “arreglar las cosas”. Si el éxito de la corrupción Estatal se basa en el apoyo moral y material que recibe de los propios esclavos, es la retirada de dicho apoyo lo que va a poner fin a nuestra esclavitud.
Si usted paga sus impuestos a la propiedad cada año, ya que teme que el Estado vendrá a asaltar su casa y le llevará a la cárcel, usted es un esclavo del Estado, y cada vez que paga sus impuestos usted es un defensor del Estado y como tal su cómplice en todas sus fechorías. Si usted presenta su declaración de impuestos y de esta manera legitima los poderes del Estado para cobrarle impuestos sobre la renta, que es la razón por la cual usted existe, en los ojos del Estado, entonces usted es un cómplice del Estado. Si no le gustan las guerras, pero vota por políticos que permiten el financiamiento de las invasiones y asesinatos en el extranjero, usted es un cómplice de la invasión y el asesinato. Si no le gusta la corrupción o la ineficiencia de la burocracia, pero usted elige esclavos que continuarán haciendo negocios oscuros debajo de la mesa o a puerta cerrada, usted es un cómplice del Estado.
Sin embargo, en el momento en que sea honesto consigo mismo y tenga un poco de coraje para despertar a su compañeros de esclavitud, ese será el momento en que las cosas comenzarán a cambiar. Pero recuerde, el cambio no será a través de palabras o el uso del lenguaje, sino que vendrá a través de la acción. Si el éxito de las acciones inmorales del Estado se basan en el apoyo que le dan, su retiro de ese apoyo es también lo que le libera de las cadenas que le unen a él. No se puede luchar contra la cultura dominante con la palabra hablada porque la cultura es experta usando el lenguaje para controlar la sociedad. Debido a que los controladores y sus cómplices no pueden manipular la verdad, manipulan el lenguaje para engañar, y nadie es mejor en eso. Ellos son inmejorables. Es por eso que para poner fin a la cultura popular y la falsa realidad, las personas deben utilizar las acciones, no las palabras. Es haciendo lo que predicamos lo que nos va a sacar de la enorme granja humana en que vivimos y en el que nos ordeñan hasta la última gota todos los días de nuestras vidas.
Recuerde que el Estado y los que apoyan el estatismo también aprueban el uso de la violencia contra aquellos que se atreven a cuestionar su existencia. Es decir, usted puede ser arrestado, encarcelado, torturado y violado si se opone al Estado. Pero, se puede ser amigo o conocido de una persona que apoya la guerra, los impuestos estatales, la corrupción y la violencia contra sí mismo? ¿No sería usted cómplice de sus acciones y por lo tanto, un cómplice del Estado? Yo no se usted, pero no voy a tener nada que ver con alguien que tiene la audacia inmoral y la cobardía de atacarme por decir la verdad en vez de oponerse a los que matan millones de personas, robar nuestras pensiones, nos alimentan con tóxicos y nos enferman con sus productos farmacéuticos.
Si un ser humano, supuestamente libre, no puede decir lo que piensa y pagar el precio de ser condenado al ostracismo por sus semejantes a cambio de la libertad real, entonces, no hay esperanza de tener libertad. Si tenemos miedo de ser señalados porque vivimos por nuestras propias normas y rechazamos aquellas que la cultura y el Estado imponen, entonces no merecemos ser libres.